Pablo Blanco, Senador Nacional por Tierra del Fuego, expresó su profundo pesar por la muerte de su par Matías Rodríguez, cuyo deceso ocurrido este miércoles produjo una enorme conmoción en todos los ámbitos de la provincia.
E
n una jornada marcada por la tristeza y la conmoción, Tierra del Fuego despide a Matías Rodríguez, Senador de la Nación. A pesar de las diferencias políticas y generacionales, Pablo Blanco, su colega y amigo, recordó con enorme cariño al dirigente fallecido este miércoles en Ushuaia.
«A pesar del no mucho tiempo que nos conocíamos, hace 5 o 6 años, realmente habíamos trabado una excelente relación, teniendo en cuenta no solamente las diferencias políticas, sino también la diferencia generacional. Matías tiene la edad que tienen mis hijos», reflexionó Blanco sobre su relación con Rodríguez.
«Matías siempre fue de un perfil de medio para abajo. A él no le gustaba estar siempre en la cresta de la ola», recordó luego. Rodríguez era un hombre de palabra y un buscador incansable de consensos, según lo calificó Blanco. Su compromiso con Tierra del Fuego y sus convicciones políticas lo convirtieron en un dirigente excepcional.
Blanco también compartió un emotivo gesto de amistad: «Me queda el recuerdo de tantas charlas, de tantas horas de conversaciones pensando cosas para Tierra del Fuego y tratando de buscar caminos de entendimiento que, lamentablemente, no muchas veces fue posible dentro del ámbito de nuestro trabajo».
La partida de Matías Rodríguez deja un vacío en la política fueguina y en el Partido Justicialista. «Matías siempre fue de un perfil de medio para abajo. A él no le gustaba estar siempre en la cresta de la ola», comenta Blanco, y aseguró que su legado perdurará en la memoria de todos quienes lo conocieron y trabajaron junto a él.
“Un día cae a mi oficina, me dice ‘¿estás en tu oficina? Voy a verte, tengo algo’. Y me trajo un cuadro que había hecho de una foto que yo tenía con Alfonsín, y quiso hacer una pintura, que tengo ahora en mi despacho. Seguramente eso me va a traer siempre el recuerdo y la presencia de él”, finalizó Pablo Blanco, profundamente conmovido. El cuadro que Matías Rodríguez le regaló, se convierte en un símbolo de amistad y camaradería que trasciende las diferencias políticas.
