En el primer trimestre de 2025, la pobreza -medida por ingresos- cayó al 31,5% y la indigencia afectó al 6,9% de los argentinos, según las proyecciones en base a la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) elaborada por Cedlas y el Observatorio de la Deuda Social de la UCA, mostrando una fuerte retracción frente al mismo período de 2024. El índice se había disparado en los primeros meses del gobierno de Javier Milei después de la devaluación del 54%, la aceleración de la inflación y la profunda recesión que atravesaba el país.
En un tono electoralista que mantuvo tras la derrota en las legislativas bonaerenses, el presidente Milei afirmó que “hemos sacado de la pobreza a 12 millones de argentinos”. Sin embargo, los datos oficiales muestran otra realidad: desde el inicio de su gestión salieron de la pobreza 6.133.637 personas, apenas la mitad de lo que sostiene el mandatario.
Haciendo foco sobre las cifras de 2023, la pobreza había alcanzado el 45,2% y la indigencia el 14,6% en el último trimestre de la administración de Alberto Fernández, que extrapolado al total de la población representaba a 21.087.871 personas bajo la línea de la pobreza, de las cuales 6.811.569 estaban en el extremo de esta condición.
En este sentido, Gonzalo Carrera, de Equilibra, resalta que la comparación se debería realizar con el tercer trimestre de 2023, ya que se trata de un mes con aguinaldo de por medio que baja el umbral de pobreza y sería comparable con el primer trimestre de 2025. En ese momento, la pobreza fue del 38,6%, es decir que afectó a 18.008.669 personas. Esto implica que solo 3.054.435 personas salieron de la pobreza en el gobierno de Milei.
Sin embargo, pese al número que está en debate, como explica el especialista, Leopoldo Tornarolli del Centro de Estudios Distributivos, Laborales y Sociales (CEDLAS), no implica que estas personas «salieron de la pobreza para siempre o que ya no están en riesgo».
“Son personas a las que normalmente el ingreso apenas les alcanza, o directamente no les alcanza, según la coyuntura. En el primer semestre de 2024, tras la devaluación y el salto inflacionario, su poder adquisitivo se deterioró fuertemente y pasaron a ser considerados pobres bajo la medición por ingresos. Ahora, con la desaceleración de la inflación, recuperaron parte de ese poder de compra y dejaron de ser pobres según ese indicador. Sin embargo sus condiciones de vida no cambiaron sustancialmente: siguen viviendo en el mismo lugar, con los mismos servicios y realizando los mismos trabajos”, explicó Tornarolli.
Y es que la pobreza no es solo un indicador que se refleja en las estadísticas, sino una realidad que atraviesa el día a día de las personas. Puede parecer una obviedad, pero hablar de pobreza únicamente en términos numéricos, sin considerar cómo viven esos hogares, resulta reduccionista y, en el mejor de los casos, superficial.
pobreza niños
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Para analizar en detalle la pobreza, es fundamental tener en cuenta la creación de puestos de trabajo, que en los últimos años continúa estancada e incluso, como precisa Agustín Salvia del Observatorio de la Deuda Social de la UCA, se encuentra por debajo del umbral de 2017, a la par que crece el empleo informal y con remuneraciones más bajas. «La tasa de pobreza por ingresos está directamente atada a salarios y empleo, que hoy están estancados, y por ese lado no puede venir una mejora real», advirtió.
Los salarios registrados a junio de 2025 aún están un 5,5% debajo de noviembre de 2023, según el último dato disponible de INDEC. Aunque cuando se segmenta por privados y registrados, estos últimos son los que más perdieron poder adquisitivo: un 14,3% desde la asunción de Javier Milei, mientras que los primeros cedieron un 0,6%.
En esa línea, Salvia sí destacó que hubo «mejoras vinculadas a la caída de la inflación en alimentos, lo que efectivamente contribuye a que la indigencia baje. Si a eso le sumamos las ayudas sociales -como la AUH y la tarjeta alimentaria-, la reducción de la pobreza extrema es más genuina”.
Aunque en la medición de la pobreza por ingresos también está en discusión la falta de actualización de la canasta de alimentos y servicios que se utiliza para medir la pobreza por ingresos que debería realizarse en base a la Encuesta Nacional de Gastos de los Hogares 2017-2018 (ENGHo), que cambia los patrones de gastos que tiene una familia. «La caída en la pobreza en general no tiene la misma consistencia, porque se mide con una canasta que no refleja los precios actualizados de servicios, tarifas o transporte, que hoy pesan mucho más en los hogares», enfatizó Salvia.
“Las estadísticas muestran mejoras, pero no estamos comparando escenarios equivalentes en términos de capacidad de consumo. Los consumos corrientes de los hogares vienen bajando, mientras que los gastos fijos, como tarifas, transporte o educación, aumentan. Con una metodología que considere estos cambios en la estructura del gasto, la pobreza sería más alta de lo que hoy muestran los indicadores”, explicó.
Explicaciones metodológicas de la baja de pobreza
Dentro del universo estadístico, existen opiniones que analizan la mejora en la declaración de ingresos así como la composición de la canasta básica que mide el umbral de pobreza. Tras la fuerte desaceleración del IPC, la captación de ingresos mejoró. Se estima que está asociado a que «con la alta inflación la gente se acordaba menos de cuánto había cobrado previamente» y del cuarto trimestre de 2023 en adelante mejoró mucho.
«Creemos que la baja de la inflación ayudó, pero también hubo un cambio metodológico positivo que hizo la encuesta», subrayó Carrera, coincidiendo con la postura que tiene la UCA hace al menos un año. Aunque aclaró que se trata de «una hipótesis en base a que desde el cuarto trimestre de 2023 se sumaron preguntas para captar mejor los ingresos no laborales».
«En cualquier caso creemos que que esto sobre exageró un poco la baja de la pobreza. La pobreza oficial te dice que estamos con menor pobreza que la que dejó Macri, pero ningún indicador de ingreso laboral, que es el principal en el ingreso de los hogares, está mejor que cuando el PRO dejó el Gobierno», apuntó el economista.
En esa línea, Salvia sumó que si se ajusta la metodología, «los niveles actuales de pobreza estarían por arriba del 40%». «La situación es comparable a la que dejó Macri en 2019 con un 35%, pero al aplicar las actualizaciones que reflejan los cambios en precios y ponderadores, tanto aquel momento como este arrojan valores mayores”, añadió.
“No hay explicación para una caída tan abrupta de casi seis puntos en la pobreza. Es más un problema metodológico que un cambio real en el bienestar de los hogares. La mejora se explica en parte por un cambio en la captación de ingresos -quizás por la forma del instrumento o por cómo los hogares declaran lo que ganan-, pero eso no significa que haya un salto real en el consumo o en la calidad de vida”, resumió Salvia.
El dato de pobreza oficial del primer semestre del año se concerá el próximo 25 de septiembre y se espera que se ubique por debajo del 35%, según proyecciones privadas.