Tasa de hasta el 86 por ciento
El Tesoro tuvo que convalidar una tasa de hasta 86 por ciento para renovar su deuda en pesos. El impacto en la actividad.
El Tesoro tuvo que convalidar una tasa de hasta 86 por ciento para renovar su deuda en pesos, en una jornada marcada por la presión del mercado y el objetivo de asegurar la estabilidad cambiaria. La colocación se realizó sobre vencimientos inmediatos que ascendían a más de 7 billones de pesos y permitió al Ministerio de Economía cubrir las obligaciones con una renovación superior al 110 por ciento, aunque el resultado se explica por la convalidación de intereses históricamente elevados.
La licitación incluyó bonos a tasa fija, dollar linked y ajustados por inflación. Con estas herramientas, el Gobierno evitó tensiones en el mercado de pesos, a costa de encarecer el financiamiento de toda la economía. El Banco Central acompañó la estrategia con un endurecimiento de la normativa de encajes para las entidades financieras, con la intención de absorber liquidez y alinear las estrategias de los bancos a la política monetaria oficial. La medida fue recibida con malestar en el sector, que advierte por el impacto sobre la rentabilidad y la consecuente restricción del crédito disponible. Para el organismo monetario, en cambio, se trata de un instrumento indispensable para sostener la calma cambiaria.
El costo financiero no se limita al Tesoro ni a los bancos. Las tasas de referencia en el mercado se trasladan de inmediato a la economía real. Los plazos fijos mayoristas ya pagan en torno al 80 por ciento anual y las colocaciones minoristas también se ajustan al alza. Esa cifra resulta particularmente elevada si se la compara con la expectativa de inflación del 20 por ciento mensual relevada en la última encuesta del REM. Para familias y empresas, la consecuencia directa es un mayor encarecimiento del crédito, que limita tanto el consumo como las posibilidades de inversión productiva, generando un círculo contractivo en la actividad económica.
Pinchar la economía
La estrategia oficial apunta a priorizar la estabilidad del dólar y una desaceleración de la inflación, incluso si eso implica planchar la economía. Tras semanas de volatilidad, el dólar mayorista se estabilizó en torno a 1350 pesos por unidad, con intervención del Banco Central en los contratos de futuros, mientras que los dólares financieros y el paralelo operaron con leves oscilaciones. El Gobierno busca evitar saltos bruscos que alimenten nuevas expectativas devaluatorias y, con ello, sostener la calma cambiaria.
A la situación cambiaria, hay que agregarle que el Riesgo País viene creciendo fuertemente en los últimos días, pasando de 700 puntos a 850 en apenas 5 días hábiles, en un escenario marcado por la desconfianza de los mercados, con inversores que se desprenden de bonos argentinos ante la falta de señales claras sobre la economía.
Tampoco fue una gran jornada para la Bolsa Porteña donde se registró una caída de 1,5 del S&P Merval retrocedió 1,5 por ciento y cerró en 2.006.000 puntos, acumulando en agosto una caída superior al 13 por ciento
Los analistas advierten que esta política de tasas altas puede tener efectos contractivos cada vez más fuertes sobre la producción y el empleo, al encarecer el financiamiento del capital de trabajo en las empresas y restringir el consumo de los hogares. La paradoja es que la contención de la inflación se apoya en un deterioro simultáneo de la economía real, que apenas respira bajo la carga del ajuste monetario.
El ministro de Economía, Luis Caputo, defendió la estrategia en reuniones con bancos y empresarios, señalando que la prioridad es sostener la estabilidad financiera. Con un calendario electoral que incluye la elección provincial en Buenos Aires en dos semanas y las nacionales a fines de octubre, la Casa Rosada apuesta a mostrar calma cambiaria e inflación moderada, aun cuando la contracara sea una economía debilitada.