ASUNCIÓN.- Cubiertos con capuchas negras y esposados, centenares de detenidos fueron trasladados este miércoles de una prisión en la fronteriza Ciudad del Este hacia la recién construida cárcel de máxima seguridad de Minga Guazú. Según las autoridades paraguayas, el operativo que se asemeja al de los realizados en el Centro de Confinamiento del terrorismo (Cecot) de El Salvador, busca marcar une nueva etapa en la política criminal y penitenciaria de Paraguay.
El operativo de traslado de 531 reclusos, bautizado “Umbral”, cuenta con la participación de 700 agentes de la Policía Nacional y de las fuerzas militares y busca descongestionar las hacinadas cárceles del país y fomentar la rehabilitación y reinserción de las personas privadas de la libertad. En las imágenes se ve a los reclusos con trajes amarillos de una pieza y una especie de capuchas negras.
El ministro de Justicia, Rodrigo Nicora, afirmó que una vez concluido el traslado se divulgarán los detalles del operativo, aunque adelantó que entre los desplazados figuran “reclusos de todos los perfiles”.
“Queremos transmitir tranquilidad a todas las familias, este operativo se realiza velando por la seguridad de la ciudadanía”, refiere el comunicado oficial del Ministerio de Justicia, en el que remarcan la aplicación de medidas de seguridad para garantizar el éxito de los traslados.
El nuevo centro penitenciario de Minga Guazú dispone de 432 celdas y está diseñado para alojar hasta 1342 personas privadas de la libertad.
Indudablemente, el impacto del modelo de seguridad implementado por Nayib Bukele en El Salvador trascendió sus fronteras e influyó en otras estrategias regionales.
Los operativos de características como el de “Umbral” tienen antecedentes en el gobierno de Peña. Por ejemplo, en diciembre de 2023, el presidente paraguayo confirmó a la prensa internacional que para el operativo “Veneratio”, se inspiró en su homólogo salvadoreño.
En ese entonces, las fotografías de la operación recordaron a los procedimientos antipandillas del presidente salvadoreño. Las imágenes mostraban a más de 700 reclusos boca abajo o sentados en el piso en paños menores y siendo reducidos por la policía nacional.
“No podemos desconocer que la experiencia del Salvador, de Nayib, fue también un factor de aliento a enfrentar estos grupos criminales. El presidente Bukele es hoy una figura que ganó preponderancia. El Salvador, antes de su llegada, era uno de los países más inseguros y de mayor criminalidad en el mundo. Él generó un cambio tremendo y eso llamó poderosamente la atención”, reconoció Peña. Esto dijo en alusión al giro radical que el mandatario salvadoreño imprimió en la lucha contra las pandillas y su consolidación como referente en materia de seguridad, pese a las fuertes críticas internacionales por violaciones a los derechos humanos.
Como sucede en cárceles de varios países de América Latina, las prisiones paraguayas sufren hacinamiento, falta de privacidad y condiciones precarias.
La cárcel de Ciudad del Este, en la frontera con Brasil, es la segunda más abarrotada del país -con un 886% de ocupación– detrás de la penitenciaría de San Pedro, en el centro de Paraguay, que cuenta con un índice de hacinamiento estimado en un 1076%, según el anuario del Mecanismo Nacional de Prevención de la Tortura publicado a inicios del año.
De acuerdo con datos oficiales en 2024 Paraguay tenía 18.956 personas privadas de libertad para una capacidad de poco más de 10.000, por lo que las autoridades han puesto en marcha la construcción de nuevos penales y medidas para acelerar los procesos judiciales con el fin de reducir la aplicación de la prisión preventiva.
“Cerca del 70% de la población privada de libertad en el sistema penitenciario paraguayo está constituido por personas bajo prisión preventiva”, una cifra que “lamentablemente, coloca a Paraguay en los países con mayor nivel de presos sin condena”, reconoció Nicora.
Agencia AP