La violencia étnica y sectaria ha estallado en el sur de Siria, donde enfrentamientos entre milicias drusas, clanes beduinos y fuerzas gubernamentales han dejado al menos 89 muertos, según informó el Observatorio Sirio para los Derechos Humanos. Entre los fallecidos hay mujeres, niños y al menos 14 miembros de las fuerzas de seguridad sirias.
La provincia de Sweida, de mayoría drusa, se ha convertido en el epicentro de esta nueva ola de violencia, que se desató tras una serie de secuestros entre clanes. Según reportes, el conflicto comenzó cuando miembros de una tribu beduina establecieron un puesto de control y asaltaron a un joven vendedor druso. En respuesta, milicias drusas emprendieron represalias, generando una escalada de violencia.
El Ministerio del Interior sirio reconoció que más de 30 personas han muerto y cerca de 100 resultaron heridas. También confirmó el envío de refuerzos militares a la zona para »restaurar el orden», aunque admitió enfrentamientos con grupos armados locales. El portavoz ministerial, Noureddine al-Baba, aseguró que »se están haciendo todos los esfuerzos para evitar víctimas civiles».
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El conflicto ha generado preocupación internacional. La enviada adjunta de la ONU para Siria, Najat Rochdi, expresó su »profunda preocupación» por el deterioro de la situación y pidió tanto al gobierno como a los grupos locales proteger a los civiles y retomar el diálogo. Rochdi subrayó la necesidad de »una transición política inclusiva y creíble».
En este contexto, el ejército israelí anunció haber atacado tanques militares sirios en el sur del país. Israel ha intervenido anteriormente para proteger a la minoría drusa, a la que considera una comunidad leal. En mayo, ya había lanzado un ataque cerca del palacio presidencial en Damasco, en respuesta a combates previos entre milicias drusas y fuerzas pro-gubernamentales en Sahnaya y Jaramana.
El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, y el ministro de Defensa, Israel Katz, reiteraron que »Israel no permitirá la presencia de fuerzas sirias al sur de Damasco ni amenazas contra la comunidad drusa». Israel considera la estabilidad de las regiones drusas, especialmente cerca de los Altos del Golán, como una prioridad de seguridad nacional.
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La comunidad drusa, una minoría religiosa que surgió en el siglo X como una rama del islam ismailí, ha mantenido una postura ambigua frente a las autoridades sirias. Si bien muchos drusos rechazan la intervención israelí, otros desconfían del nuevo gobierno interino que reemplazó al expresidente Bashar al-Assad tras su huida en diciembre pasado ante el avance de insurgentes islamistas.
Un grupo liderado por el líder espiritual druso, el jeque Hikmat al-Hijri, emitió este lunes una declaración pidiendo »protección internacional» y acusando al gobierno sirio de respaldar a »bandas takfiríes», término usado para referirse a extremistas suníes.
Por su parte, el Ministerio de Relaciones Exteriores sirio pidió a todos los países y organizaciones que respeten la soberanía nacional y cesen cualquier apoyo a »movimientos separatistas o rebeldes». En un comunicado, instó a los ciudadanos a deponer las armas y rechazar los intentos de dividir al país.
Mientras tanto, medios locales informaron que se han sostenido contactos indirectos entre Siria e Israel para intentar contener la situación. El enviado de Estados Unidos para Siria, Tom Barrack, declaró que espera una eventual normalización entre ambas naciones, aunque advirtió que será »como pelar una cebolla, lentamente».
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