Ocho horas de reunión. Gritos, desconfianza, recelos. El peronismo bonaerense, en crisis absoluta, no puede resolver aún su futuro en el territorio donde concentra su mayor flujo de votos mientras enfrente, el enemigo político es claro: ni la presencia de Javier Gerardo Milei viviendo días complicados con la crisis económica desatada por Donald Trump y la salida del juez Manuel García Mansilla de la Corte Suprema de Justicia, tras un duro revés en el Senado nacional.
Las tres tribus llevaron sus delegados: el gobernador Axel Kicillof concurrió a una casa en la ciudad de La Plata acompañado de su jefe de Gabinete, Carlos Bianco, y el intendente local Julio Alak.
Máximo Carlos Kirchner, hijo de Cristina y presidente del PJ bonaerense, fue con los intendentes Mayra Mendoza y Federico Otermín.
Sergio Tomás Massa lo hizo acompañado de Alexis Guerrera, ex ministro de Transporte durante la última gestión presidencial del Frente de Todos, y hoy titular de la Cámara de Diputados bonaerense.
El cristinismo amenazó con aprobar este martes en Diputados y al día siguiente, en el Senado, la suspensión de las PASO provinciales (Primarias Abiertas y Obligatorias) y llamar a elecciones concurrentes, esto es, en la misma fecha de las elecciones de legisladores nacionales previstas para el mes de octubre.
El massismo bregó -con el discurso de su jefe político- por un gesto de unidad pero a la hora de apoyar, se recostó una vez más en la postura que defiende Cristina Elisabet Kirchner.
El kicillofismo usó su arma más temida: que el gobernador tiene redactado el decreto llamando a elecciones desdobladas, esto es, que se vote antes y por separado los cargos de legisladores provinciales. Ante eso, la propia CFK había amenazado -en una cena de intendentes en la localidad de Ezeiza- de competir ella misma por un cargo de legisladora bonaerense. Demasiado poco para alguien que fue dos veces Presidenta de la Nación y una, Vicepresidenta de Alberto Fernández.
La reunión duró ocho horas y fue una disputa de egos y peleas familiares. Quedaron en continuar en la tarde de este lunes con el objetivo de acordar una lista de unidad pero con desdoblamiento: el gobernador Kicillof no cede en esa decisión. Sería su final político, su «albertización».
El cristinismo quiere aparecer como quien sigue al frente del manejo político del espacio y Massa, como un artífice de la unidad de los dos bandos enfrentados, más allá de su embanderamiento con Cristina. La discusión continuará este lunes: Kicillof tiene hasta el día 10 de abril para tomar la decisión unilateral de desdoblar.
El peronismo cruje.
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