“Una gran pérdida y un gran daño para el país”. Así, con cierta resignación y duros cuestionamientos a la oposición, consideraron en Casa Rosada a la salida de Manuel García-Mansilla de la Corte Suprema de Justicia luego de que el Senado rechazara su pliego.
Es que en medio de un escenario muy complejo en materia económica, con el interrogante todavía abierto en torno al acuerdo con el Fondo Monetario Internacional, el Gobierno sumó un nuevo revés al no lograr convencer al académico de que se mantuviera en el máximo tribunal luego de que la oposición votara negativamente el jueves pasado su nombramiento formal.
Como contó Clarín horas después de esa sesión especial, en Balcarce 50 apostaban a que García-Mansilla optara por aferrarse a la vigencia del decreto que lo puso en comisión en la Corte hasta el 30 de noviembre y resistiera en su cargo. Sin embargo, a pesar de que durante el fin de semana había trascendido la idea del jurista de dejar su cargo, la novedad impactó fuerte en el «triángulo de hierro» del Presidente.
Mientras asimilan la renuncia del catedrático, desde el círculo íntimo de Javier Milei sostienen que la idea es que quede en evidencia el problema de funcionamiento que afrontará el máximo tribunal con la actual conformación, el principal argumento que utilizó el jefe de Estado para avanzar con los nombramientos por decreto en febrero pasado.
De esta manera, no enviarían nuevos pliegos ni nombramientos por decreto de nuevos candidatos hasta el recambio legislativo. “No tiene sentido volver a hacer el mismo esfuerzo mientras la dirigencia política solo piensa en bloquearnos”, explican. El asesor presidencial Santiago Caputo y su espada judicial, el viceministro de Justicia, Sebastián Amerio, creen que no hay candidato posible que en este contexto sea convalidado por la oposición.
En el Gobierno apuestan a “una importante victoria electoral” en las Legislativas de octubre y revertir su fragilidad numérica en ambas cámaras y de esa forma evitar depender permanentemente de sus aliados.
Con esa reconfiguración parlamentaria, el Ejecutivo piensa redoblar la apuesta con nuevas postulaciones. En el final del periodo ordinario, y tras la asunción de los nuevos senadores el 10 de diciembre, pretenden proponer nuevos pliegos, entre los cuales volverá a estar -a pesar del desplante- García Mansilla, según adelantaron altas fuentes oficiales a Clarín.
En cambio, tras la fallida candidatura de Ariel Lijo, en la mesa chica del Gobierno aseguraron que se agotaron las instancias con el juez federal y apuntan a un nuevo nombre y con un perfil mucho más cercano a las ideas del jefe de Estado. “Se terminaron los gestos con la oposición. Enviamos el pliego de Lijo, que era del visto bueno de la mitad del Senado y así nos respondieron. Ahora tenemos ganas de mandar a Ricardo Rojas y García Mansilla, vamos a mandar a dos de perfil liberal y listo», desafiaron.
Rojas es un ex secretario abogado de la Corte Suprema de Justicia y ex juez en lo criminal de la Ciudad. Es amigo del presidente y estuvo en la danza de nombres cuando se buscó reemplazo de Rodolfo Barra en la Procuración del Tesoro.
Por ahora sin autocrítica por la fallida estrategia parlamentaria y en las negociaciones para lograr la aprobación de los pliegos, el Gobierno considera que la oposición deberá “hacerse cargo” de que la Corte Suprema “no puede funcionar con tres integrantes”, por lo que quedará “trabada”.
«Se necesitan 3 votos y hoy no los tiene la Corte”, justifican los alfiles libertarios, quienes hacen hincapié en las diferencias entre Ricardo Lorenzetti con Horacio Rosatti y Carlos Rosenkrantz. No obstante, en Casa Rosada no preparan nuevas jugadas en el corto plazo: “La gente les va a cobrar en las urnas que hicieron todo para impedir y que por primera vez le rechazaron los pliegos a un Presidente”, remarcan.